El señor Gerardo de la Torre fue arrollado por el tren de Cuernavaca. Como es costumbre, trató de pasar primero y no supo calcular la velocidad de la máquina. De su cuerpo despedazado, según informaron médicos del Banco Nacional de Reconstrucción Humana, sobreviven algunos dedos de la mano derecha, la pierna izquierda; y la nariz, hallada lejos del sitio del accidente, aún daba señales respiratorias. Estos órganos fueron conducidos a un refrigerador, en donde aguardan ser colocados en otros cuerpos.
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