sábado, 1 de octubre de 2011

EL ESPEJO DE VIENTO Y LUNA - TSAO HSUE KIN




El Espejo de Viento-y-Luna


Tsao Hsue-Kin


En un año, las dolencias de Kia Yui se agravaron. La imagen de la inaccesible señora Fénix gastaba sus días; las pesadillas y el insomnio, sus noches.


Una tarde, un mendigo taoísta pedía limosna en la calle, proclamando que podía curar las enfermedades del alma. Kia Yui y lo hizo llamar. El mendigo le dijo: “Con medicinas no se cura su mal. Tengo un tesoro que los sanará, si sigue mis órdenes”. De su manga sacó un espejo bruñido de ambos lados; el Espejo tenía la inscripción: Precioso Espejo de Viento-y-Luna. Agregó: “Este espejo viene del Palacio de el Hada del Terrible Despertar y tiene la virtud de curar los males causados por los pensamientos impuros. Pero guárdese de mirar el anverso. Sólo mire el reverso. Mañana volveré a buscar el espejo y a felicitarlo por su mejoría”. El mendigo se fue sin aceptar las monedas que le ofrecieron.


Kia Yui tomó el espejo y miró según le había indicado el mendigo. Lo arrojó con espanto: el espejo reflejaba una calavera. Maldijo al mendigo; irritado, quiso ver el anverso. Empuñó el espejo y miró: desde su fondo, la señora Fénix, espléndidamente vestida, le hacía señas. Kia Yui se sintió arrebatado por el espejo y atravesó el metal y amó a la señora Fénix. Después, Fénix lo acompañó a la salida. Cuando Kia Yui se despertó, el espejo estaba al revés y le mostraba, de nuevo, la calavera. Agotado por la delicia del lado falaz del espejo, Kia Yui no resistió, sin embargo, a la tentación de mirarlo una vez más. De nuevo la señora Fénix le hizo señas, de nuevo penetró en el espejo y se amaron. Esto ocurrió unas cuantas veces. La última, dos hombres lo apresaron al salir y lo encadenaron. “Los seguiré”, murmuró Kia Yui, “pero déjenme llevar el Espejo”. Fueron sus últimas palabras. Lo encontraron muerto, sobre la sabana, en medio de un charco de sangre.

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