sábado, 31 de diciembre de 2011

EL FINAL - FREDIC BROWN

EL FINAL
FREDRIC BROWN

El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.
—Y he encontrado la ecuación clave —dijo un buen día a su hija–. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.
Apretando un botón mientras hablaba, dijo: —Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto —dijo, hablaba mientras botón un apretando.
—Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la. Campo un es tiempo el. —Hija su a día buen un dijo—. Clave ecuación la encontrado he y.
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miércoles, 28 de diciembre de 2011

DER TRAUM EIN LEBEN - FRANCISCO ACEVEDO


DER TRAUM EIN LEBEN
Francisco Acevedo

El diálogo ocurrió en Adrogué. Mi sobrino Miguel, que tendría cinco o seis años, estaba sentado en el suelo,
jugando con la gata. Como todas las mañanas, le pregunté:
-¿Qué soñaste anoche?
Me contestó:
-Soñé que me había perdido en un bosque y que al fin encontré una casita de madera. Se abrió la puerta y saliste vos.
-Con súbita curiosidad me preguntó: -Decime, ¿qué estabas haciendo en esa casita?

lunes, 26 de diciembre de 2011

NAUFRAGIO - ANA MARIA SHUA


Naufragio.
Ana María Shua

¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.

lunes, 19 de diciembre de 2011

EL PARAISO IMPERFECTO - AUGUSTO MONTERROSO

El paraíso imperfecto.
Augusto Monterroso

-Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

jueves, 15 de diciembre de 2011




La partida

Franz Kafka


Ordené sacar mi caballo del establo. El criado no me comprendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y monté. A lo lejos oí el sonido de una trompeta, le pregunté lo que aquello significaba. El no sabía nada, no había oído nada. En el portón me detuvo para preguntarme: —¿Hacia dónde cabalga el señor? —No lo sé —respondí—. Sólo quiero irme de aquí. Partir siempre, salir de aquí, sólo así puedo alcanzar mi meta. —¿Conoce, pues, su meta? —preguntó él. —Sí —contesté yo—. Lo he dicho ya. Salir de aquí, esa es mi meta.

lunes, 12 de diciembre de 2011

LINGUISTAS - MARIO BENEDETTI


LINGUISTAS
Mario Benedetti

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
¡Qué sintagma!
¡Qué polisemia!
¡Qué significante!
¡Qué diacronía!
¡Qué exemplar ceterorum!
¡Qué Zungenspitze!
¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".

jueves, 8 de diciembre de 2011

LA TRAMA - JORGE LUIS BORGES


La trama.
Jorge Luis Borges

Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por lo impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas):
¡Pero, che!
Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

martes, 6 de diciembre de 2011

CASUALIDAD - ANGELA RENGIFO



Casualidad
Ángela Rengifo




Justo en el instante en que él se estaba afeitando, ella se duchaba.


Justo en el instante en el que ella se maquillaba, él leía el periódico.


Justo en el instante en que él estaba desayunando, ella guardaba sus papeles.


Justo en el instante en el que ella empacaba su almuerzo, él acariciaba su gato.


Justo en el instante en que él daba instrucciones al portero, ella tomaba su café.


Justo en el instante en el que ella salía de la casa, él cogía las llaves del carro.


Justo en el instante en que él pasaba con su carro, ella cruzaba la calle.

sábado, 3 de diciembre de 2011

EL HOMBRE QUE APRENDIÓ A LADRAR - MARIO BENEDETTI


El hombre que aprendió a ladrar.
Mario Benedetti

Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se auto flagelaba con humor: "La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.

¿Cómo amar entonces sin comunicarse?

Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.

Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano”