sábado, 23 de febrero de 2013

LOS BRAZOS DE KALYM - GABRIEL JIMENEZ EMÁN



Los brazos de Kalym
Gabriel Jiménez Emán


  Kalym se arrancó los brazos y los lanzó a un abismo. Al llegar a su casa, su mujer le preguntó sorprendida: "¿Qué has hecho con tus brazos?"
          —Me cansé de ellos y me los arranqué —respondió Kalym.
          —Tendrás que ir a buscarlos, vas a necesitarlos para el almuerzo. ¿Dónde están?
          —En un abismo, muy lejos de aquí.
          —¿Y cómo has hecho para arrancártelos?
          —Me despegué el derecho con el izquierdo, y el izquiero con el derecho.
          —No puede ser —respondió su mujer— pues necesitabas el izquierdo para arrancarte el derecho, pero ya te lo habías arrancado.
          —Ya lo sé mujer, mis brazos son algo muy extraño. Olvidemos eso por ahora y vayamos a dormir —dijo Kalym abrazando a su mujer.



martes, 12 de febrero de 2013

AQUELLA VICTROLERA - PEDRO ORGAMBIDE



Aquella victrolera
Pedro Orgambide, 
Cuentos con tangos, Buenos Aires, 1988.


Siempre me gustaste, Rosa, siempre. Y ahora que somos viejos te lo puedo decir. Antes no: eras la mujer de Ignacio Braceras. ¡Mira que casualidad, venir a encontrarnos aquí, en el café donde vos trabajabas! ¡Cómo pasa el tiempo, che! Parece mentira, Rosa, que estés charlando conmigo. Yo era muy pibe cuando venía al café para verte. Eras la diosa del barrio, Rosa, la diosa del café. Allá en lo alto, en el palco de la victrolera, camapaneabas a los giles. No, el palco ya no está. Y ya nadie escucha tangos, Rosa. ¿Te acordás? Vos ponías los discos en la victrola y nosotros te mirábamos las piernas. Indiferente, mirabas la pared. Me acuerdo, Rosa; me acuerdo de tus medias corridas y me dan ganas de llorar. Yo cerraba los ojos y me hacía la ilusión de que eras vos la que cantaba y no Libertad Lamarque, Azucena Maizani o la Merello. Eras vos, la más linda de todas. Nunca te lo pude decir porque yo era un pibe y a vos te vigilaba tu hombre, ese cafiolo de barrio que te llevó al trocen. Tomaban el tranvía y se iban juntos a la pieza. Después pasó lo que pasó, Rosa, esa desgracia que salió en los diarios. Supe que Ignacio Braceras te faltó, que te dio la biaba y que vos lo tiraste bajo un tren. No llorés, Rosa, ya pasó, ya pasó. Estuviste mucho tiempo en la gayola, es cierto, y eso jode a cualquiera. Pero aquí estás,otra vez. Giraron muchos discos, muchas noches y yo siempre me acordé de vos. Si te parece, si no lo tomas a mal, si no tenés otro compromiso, me gustaría que vinieras a mi bulín para tomar unos mates y escuchar unos tangos. No, no es tarde. Nunca es tarde cuando la dicha es buena, dicen. Y ¿sabés una cosa, che? Me compré una victrola, como la de antes. La lustro todos los días. Está linda. Sólo faltas vos.

lunes, 4 de febrero de 2013

PROSAS DE OTOÑO EN GERONA - ROBERTO BOLAÑO


PROSAS DE OTOÑO EN GERONA
ROBERTO BOLAÑO

El paraíso, por momentos, aparece en la concepción general del caleidoscopio. Una estructura vertical llena de manchas grises. Si cierro los ojos, bailarán dentro de mi cabeza los reflejos de los cascos, el temblor de una llanura de lanzas, aquello que tú llamabas el azabache. También, si quito los efectos dramáticos, me veré a mí mismo caminando por la plaza de los cines en dirección al correo, en donde no encontraré ninguna carta.