viernes, 25 de diciembre de 2009

JUNA ARMANDO EPPLE


Juan Armando Epple es uno de los contados académicos chilenos que se ha esforzado en fijar su mirada en el móvil fenómeno de los cuentos cortos. No es un ejercicio fácil. La característica de Cien microcuentos chilenos, su segundo esfuerzo antológico nacional, es la heterogeneidad. Se reúnen Huidobro, Raquel Jodorowsky, Hernán Lavín Cerda, Andrés Gallardo y Andrea Jeftanovic; se yuxtapone narración aristotélica, prosa poética, narración en dialógos y relato neobarroco; se aglutinan cuentos de dos líneas, obras de dos páginas y párrafos desemejantes que sólo comparten un título y un autor. En una paráfrasis de las propuestas de Ítalo Calvino, señala Lauro Zavala, otro teórico del género, que el microcuento contiene en su estructura narrativa seis problemas que son también nuestros problemas, aquí, en este momento: brevedad, diversidad, complicidad, fractalidad, fugacidad y virtualidad. En la aparente transparencia del criterio de selección de Cien microcuentos chilenos, Epple tiene la delicadeza de exponer la índole inclasificable del microcuento. Sin embargo, el pronunciado desequilibrio de calidad literaria que existe en la antología inevitablemente causa duda. En beneficio de la comprensión del sentido que tiene el microcuento en Chile, hizo falta que el compilador expusiera sus preferencias y sus métodos de trabajo.

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