Hubo un hombre que amaba tanto a su mujer que el día que murió hizo incinerarla y luego puso sus cenizas en un reloj de arena. Todos sus allegados le preguntaban el porqué de tal locura, a lo que él siempre respondía:
—Quiero seguir pasando las horas con ella.
Ángel Fabregat: El cielo en ruinas. 2015
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